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Mostrando entradas de agosto 9, 2016

DE NIÑA

DE NIÑA DE NIÑA Buscas el amparo fuerte, que te haga sentir fuera del límite del miedo y que los dragones si vienen no venga lanzando fuego, porque para eso tienes unas manos grandes con extintores sin caducar. Apenas cruzas el umbral de la niñez, ya sientes que las manos van siendo más pequeñas a cada paso que das, tanto que, a veces, parecen que te sueltan aunque tú retrocedas buscando el amparo. Cuando mirar atrás y ese umbral está derruido, ves que el fuego no vienen de boca de dragón, que eres tú misma el dragón, con lava y cenizas, las manos propias o ajenas si quieren poner un corta fuego son estáticas. Tan solo cuando duermes, y en contadas ocasiones, te vuelves a encontrar con aquella niña que, precozmente escuchaba el llanto de Bambi entre los árboles, de aquel bosque donde caperucita no necesitaba cesta con manzanas, queso o miel, lobo o cazador…

UNA OLA

UNA OLA   No es igual a otra, ni siquiera parecida su química iónica o pH siempre será distinta, se lo digo a mis letras, ellas que buscan y rebuscan beber del agua, beber de la brisa, comer con los ojos la luz marina el tintinear de las estrellas cuando cansado el sol duerme en las colinas del mar. ¡No! nunca una ola, es igual a otra, desde Alborán, Chafarinas, a Orán del golfo de Cádiz a Palos, y cabo San Vicente, las olas traen en su rostro, el ácido en molecular de base del maquillaje, y así, así son las letras que a ellas recurren para hacerse poema del mar y el aire; ácidas moleculares, a veces dúctiles a veces maleables, otras indomables a veces algo más que picantes, y otras veces nacen con demasiada sal, vinagre y sangre… Las olas no contiene ese agua pura auto-ionizadas en dosis impalpables y como la poesía puede ser contaminable, y… -las más- algo contaminable. 9.8.201

TE BEBÍ

TE BEBÍ Como se toma el último trago, la gota dulce de agua, de la naufraga, la pócima del dolor último, te tomé. Te bebí de un trago, como lo hace el alcohólico -a escondida- en su abstinencia, cual voyeur a sabiendas que, solo mirar de lejos es su premio y castigo.   Te bebí como la raíz toma el agua del desierto, queriendo ser oasis, ahuyentado lobos del infierno mientras mis dedos apuntaba la luna que naufragaba en las salinas aguas de tu edén y el mío.   Te bebí absorbo, reteniéndote en mi boca, cerrando mis alfileres como prenda hilvanada esperando agujas con hilo de seda, te bebí plantando cara a un torrado suelo mientras mis pies bailaban con luna y las estrellas de tu cara en el mar de mis miedos y mis dudas. Te bebí, de un trago queriendo no despertar nunca en otro licor otro vaso otra agua que no fuese la de tu mar como la suicida que quiere recuperar su vida- 9.8.2016 Carm