LA INOCENCIA
Tiene esos sentimiento lindos, mágicos de cuentos, de princesas, y capitanas de barcos de papel, de regatos en días de tormentas, de contables dedos que se perdían antes de contar un par de decenas de estrellas, miradas mágicas que pretendían percibir a la Osa Mayor, a la ...estrella del Norte, ojos que buscaban aquel triangulo o cuadrado que llamaban carro.
Pies que nos ardían en las aceras de cantos, calle eco y camino para los carro con ruedas de maderas, me parece escucharlas traquetear por ellas, calles que a pesar de estar sus lechos secos, seguían oliendo a agua fresca mezclada con los polvos azules, o las leves escamas de jabón verde... Agua en los piches de barro rojo, fresca agua de la fuente de mi barrio, y los pozos. Tierra para los pies de niñas que querían bailar con alpargatas el baile de los cisnes, ellos también sabe de acomodos y etapas en sus vidas, y saben abrir el mundo fantástico de lagos para desarrollar nuestras alas, dejar de ser "patitas feas" y aprender a mirarnos en ese estanque de la vida donde no hay mujer fea, sino distintas.
Ella, ¡La inocencia! Sigue limpia, permanece y renacerán, confundiéndonos, dejando caer una lágrima al recordarla, al pensar que rápido paso el tiempo, que fue hace cinco minutos que corríamos descalza y con una simples bragas blancas y de cuello alto de casa de una vecina a la casa de la miga... Esta ventaja, tenemos las niñas de pueblo, en detrimento de otras muchas y buenas de la de ciudad ¡Por supuesto! Eso es lo bueno de vivir en un pequeño pueblo, nos conocemos como -dicen hoy- en ropa interior desde niñas... ¡Ayer eran bragas o calzonas!
¡Nos confundimos!
Si pensamos que la persona no es en su meollo limpia y tan niña, como aquella niña que fuimos, la que pensaba que el mundo nunca cambiaría y nos cambiaria ni de pensamientos, ni de imagen, ni de sentimientos...
La inocencia sigue siendo igual de grande, y quizás por ellos tenga más adentro las lágrimas, les cueste más salir y pedir permiso y perdón...
Somos ¡Tan grande, tan irrepetibles!...Como aquella luna que amanecía en los anocheceres de verano en la cuesta arriba de nuestra calle, la mirábamos embobada, hasta que algunas decía -"-vamos a por ella, cojámosla -" Corríamos y corríamos a cogerla, hasta llegar a la última casa ¿Dónde iba, huía de nosotras? ¿Le dábamos miedo?
Inocentes niñas corriendo detrás de la luna, sin pensar que somos nacidas bajo su flujo, que ella nos viene adheridas.
Inocentes y lindas niñas que se dejaban besar por el resplandor rojo de aquellas anaranjadas lunas.
La inocencia sigue siendo el bello recuerdo, la bella ilusión, la bella mirada, la belleza entrega sin más en todo cuanto nos regala la vida... En sí misma ella es un regalo en sí misma la vida se nos da en todas aquellas personas que amamos... sin más.
Es fácil sentir la amistad cuando aún la vida te mantiene limpio de toda sus miserias. Más fácil volver a pensar que nunca más aquellos sentimiento renacerán... ¡Nos confundimos!
Es fácil, más fácil amar que pensar.
12.6.2014
Carmen Hernández Rey
©®autora extremeña
foto del muro de Renacer Humano.
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